miércoles, 10 de junio de 2009

Los esclavos en Roma



Los esclavos
El esclavo era considerado un ser humano inferior que “pertenecía” a un dueño. Para los romanos, el destino natural de los esclavos era servir a sus amos con entrega y fidelidad. Los esclavos formaba parte de la familia y, por lo tanto, se les “quería” y se les castigaba.
No había reglas para tratar a un esclavo porque éste no tenían ningún derecho y estaba completamente sometido al poder de su amo. Pero también se dio el caso de que hubiera esclavos que inspiraban temor ya que era común que las relaciones que mantenían con sus propietarios se tornaran de afecto a odio y desembocaran en crímenes.



Los esclavos servían a muy diversos fines. Hubo esclavos que eran funcionarios públicos que se ocupaban de los asuntos administrativos del príncipe, que era su amo. Incluso hubo esclavos que tenían más bienes e influencia que otros hombres libres. Había esclavos que tenían profesiones como arquitecto, maestro de gramática, cantor, comediante.

En el otro extremo, había esclavos que se dedicaban al trabajo rural (campesinos) o artesanal (alfarería, etc.).

Había esclavos que administraban el trabajo de otros esclavos. Entre las clases altas, cada familia tenía decenas de esclavos sirvientes y las familias de clase media contaban con dos o tres esclavos.



El sometimiento de los pueblos vecinos aportaba un parte mínima de los esclavos pues la mayoría de ellos provenían principalmente de la reproducción de otros esclavos, de niños abandonados en santuarios o basureros públicos y de la venta de niños u hombres libres como esclavos. Los hijos de una esclava, quien quiera que fuese su padre, eran propiedad del amo y éste podía decidir si se quedaba on el bebé, lo regalaba o lo mataba.
A muchos esclavos se les colocaban collares de bronce donde se indicaba a quién pertenecían.Un esclavo podía obtener su libertad si su amo se la otorgaba, entonces se transformaba en un liberto.

Las ciudades Romanas

La romanización

La Romanización de la Península Ibérica

El Imperio Romano fue, sin duda, el mayor imperio del mundo antiguo.
Se fue creando poco a poco a partir de la expansión de su capital, Roma, y pretendió conquistar todo el mundo conocido, es decir, todos los países próximos al Mar Mediterráneo, llamado mare nostrum por los antiguos romanos. Así, en su momento de máxima expansión durante el reinado de Trajano, el Imperio Romano se extendía desde el Océano Atlántico al oeste hasta las orillas del Mar Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sáhara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia (actual Escocia), en Gran Bretaña, al norte.
En consecuencia, recibe el nombre de romanización el proceso a través del cual el Imperio Romano fue conquistando, sometiendo e integrando a su sistema político, lingüístico y social a todos los pueblos y territorios que fue encontrando a su paso.
El fenómeno de la romanización es de una importancia histórica absolutamente fundamental puesto que gracias a él un amplio territorio de la antigua Europa pudo compartir una misma base social, cultural, administrativa y lingüística.
Por lo que se refiere a la conquista y romanización de la Península Ibérica, ésta se inició en el año 218. a. C., al iniciarse la segunda guerra púnica con el desembarco de los Escipiones en Emporion (hoy Ampurias, en la provincia de Gerona).
Desde el mismo instante en que los romanos se introdujeron en la península, empezaron a sucederse las conquistas. Así, por ejemplo, hacia el 209 a. C. Cornelio Escipión tomó la ciudad de Cartago Nova y poco después Gadir, antigua colonia fenicia, cayó en manos romanas en el año a. C. No obstante, el proceso de conquista de Hispania no fue rápido debido a la resistencia que opusieron algunos de los lugares conquistados; por ello, la colonización de toda la península duró dos siglos ya que sólo finalizó de modo definitivo en el año 19 a. C. (época de Augusto) con el sometimiento al norte de cántabros y astures. Puede considerarse que la romanización determinó y fijó el destino de Hispania, destino dudoso hasta entonces debido a las entrecortadas influencias oriental, helénica, celta y africana que había tenido.

La romanización hispánica se produjo con una base social distinta de la que se había partido para conquistar territorios más próximos a Roma.
A la Península Ibérica llegan colonos, soldados, comerciantes de todo tipo, funcionarios de la administración, arrendatarios e incluso gentes de baja estima social, lo que evidentemente condicionó el latín hablado en esta nueva provincia romana.
Roma también llevó a cabo un reajuste de tipo administrativo de las antiguas provincias Citerior y Ulterior (que habían sido creadas en el año 197 a. C., cuando las autoridades romanas dividen el territorio hispano y lo consideran, definitivamente, una parte más del imperio); así, una parte de la Ulterior quedó anexionada por la Citerior, que ahora se llamará Tarraconense (considerada provincia imperial).
El resto de la Ulterior se subdividió en dos nuevas provincias; por un lado, la Baetica y por otro la Lusitania. Además, la organización social de Hispania refleja la misma estructura social que el resto del imperio (al menos en un primer momento); de este modo, la población (cives) se dividía en ciudadanía plena y libre (romani), ciudadanía con libertad limitada (latini), habitantes libres (incolae) sin derecho a ciudadanía, los libertos (liberti) y los esclavos (servi).
Con el paso del tiempo y a medida que la romanización se fue asentando, los nativos fueron obteniendo progresivamente el derecho de ciudadanía, hasta que en el S. III d. C. (época de Caracalla) se generalizó este derecho para la totalidad de la población del Imperio. Naturalmente, en el momento en que una nueva zona era anexionada, se implantaba también en ella, además de la estructura social, la estructura militar, técnica, cultural, urbanística, agrícola y religiosa que había en Roma, lo que garantizaba la cohesión del imperio.

Por lo que respecta a la latinización (adopción del latín como lengua por parte de los pueblos colonizados en detrimento de sus lenguas autóctonas) hay que decir que no fue un proceso agresivo ni forzado: bastó el peso de las circunstancias.
Los habitantes colonizados vieron rápidamente las ventajas de hablar la misma lengua que los invasores puesto que de ese modo podían tener un acceso más eficaz a las nuevas leyes y estructuras culturales impuestas por la metrópoli. Además, los nuevos habitantes del Imperio sentían de forma casi unánime que la lengua latina era más rica y elevada que sus lenguas vernáculas, por lo que la situación de bilingüismo inicial acabó convirtiéndose en una diglosia que terminó por eliminar las lenguas prerromanas.
Por tanto, fueron los hablantes mismos, sin recibir coacciones por parte de los colonos, quienes decidieron sustituir sus lenguas maternas por el latín.
No obstante, hubo en Hispania una excepción a este respecto, ya que los hablantes de la lengua vasca nunca dejaron de utilizarla, lo que permitió que sobreviviera, fenómeno de lealtad lingüística que se dio en varias partes del Imperio, como en Grecia, que nunca perdió el griego pese a su fuerte romanización.
En definitiva, la romanización dotó de una identidad estable a Hispania y la introdujo de lleno en un Imperio que había de ser decisivo en la evolución de la Historia de la Humanidad.
Con el paso del tiempo, Hispania también aportó grandes beneficios culturales al mundo latino, sobre todo en el campo de las letras.
Así, tenemos retóricos de Hispania como Porcio Latrón, Marco Anneo Séneca y Quintiliano. También pertenecen a esta parte del Imperio escritores latinos tan importantes como Lucio Anneo Séneca, Lucano y Marcial, que escribieron obras muy relevantes en las que algunos críticos han visto los rasgos fundacionales del espíritu de la cultura y la literatura españolas.

Los grupos sociales

Un grupo social, llamado también grupo orgánico, es el conjunto de personas que desempeñan roles recíprocos dentro de la sociedad. Este puede ser fácilmente identificado, tiene forma estructurada y es duradero. Las personas dentro de él actúan de acuerdo con unas mismas normas, valores y fines acordados y necesarios para el bien común del grupo.
El distintivo identidad común o pertenencia es necesario y puede manifestarse en 'cultura semejante', no necesariamente igualdad en nivel económico; interactúan para un proyecto común o formando un subgrupo discordante, que eventualmente adquiere un carácter de controlador. La potencialidad de un grupo social es obviamente robusta porque además forman la trama de la sociedad o su negación como un partido opositor en el Parlamento o un peligro de destrucción como un subgrupo en el aula. Los líderes formales o informales son el punto fuerte de la trama de interactuaciones.
Cuando la adscripción a determinado grupo social está fuertemente determinada por criterios económicos y está fuertemente influida por la clase de la familia en que nace el individuo, el grupo social de los individuos se suele denominar clase social.

El imperio Romano

El Imperio romano fue una etapa de la civilización romana en la Antigüedad clásica caracterizada por una forma de gobierno autocrática. El nacimiento del imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al Mar Mediterráneo. Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando, llegando a su máxima extensión durante el reinado de Trajano, abarcando desde el Océano Atlántico al oeste hasta las orillas del Mar Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6,14 millones de km².
El término es la traducción de la expresión latina Imperium Romanum, que no significa otra cosa que el dominio de Roma sobre dicho territorio. Polibio fue uno de los primeros cronistas en documentar la expansión de Roma aún como República. Durante casi tres siglos antes de César Augusto, Roma había adquirido numerosos dominios en forma de provincias directamente bajo administración senatorial o bajo gestión consular, y también mediante pactos de adhesión como protectorados de estados aliados. Su principal competidora en aquella época fue la ciudad púnica de Cartato cuya expansión rivalizaba con la de Roma y por ello fue la primera gran víctima de la República. Las Guerras Púnicas obligaron a Roma a salir de sus fronteras naturales, la península Itálica, y poco a poco adquirió nuevos dominios que debía administrar, como Sicilia, Cerdeña, Córcega, Hispania, Iliria, etc.

La vida cotidiana

La familia tradicional romana estaba constituida por el padre, su mujer, dos o tres hijos o hijas, los esclavos domésticos y los libertos. Se trata de una familia patriarcal donde el padre controla todo el poder sobre los demás miembros, así como la disponibilidad de los bienes que poseen; es el que organiza la economía, distribuye los recursos, tiene entidad jurídica, es el dueño de sus propias cosas y amo de todo lo que procede de su esposa.El padre tiene también las prerrogativas religiosas de la familia, especialmente en lo relacionado con el culto doméstico, tres son los elementos que forman este culto: el culto al hogar (constituido por Lares y Penates), el culto al Genius (principio de la fertilidad), y el culto a los Manes (los antepasados).
El papel principal que desempeñaban las mujeres en Roma era el de fiel y abnegada esposa ya que dependían en todo momento de su marido. Los enlaces matrimoniales solían ser concertados por las familias y el padre de la joven debía entregar una dote a la muchacha, si quedaba viuda, el padre, su hermano o su propio hijo mayor tenía potestad sobre la mujer, en el caso de mujeres con cuatro hijos varones podía disponer de sus bienes.El papel de la mujer en las casas respetables de Roma es que las matronas mataban la mayor parte del tiempo en los trabajos relacionados con la costura y el tejido, paulatinamente la mujer irá ocupando un papel protagonista en la organización de la familia.
La omnipresencia de los esclavos en las vidas de las clases acomodadas romanas provocará que las infidelidades fueran públicas la mayor parte de los casos, los emperadores contaban con un amplio harén de concubinas en palacio, que solían ser mujeres libres.
Los hijos eran considerados aquellos niños y niñas nacidos del matrimonio que eran aceptados por el padre, si este era aceptado se integraba en la familia al octavo día del nacimiento cuando se le imponía el nombre individual y se le colgaba una pequeña cápsula de metal, rellena de sustancias que poseían propiedades favorable. Las criaturas mal formadas eran expuestas o ahogadas. Dada la elevada mortalidad infantil era bastante posible que la línea familiar se perdiera a la muerte del padre por carecer de herederos, para evitar esto se instituyó la adopción.
Diversas familias forman una gens, caracterizada por la posesión de elementos que la identifican como el ritual funerario o el culto a los antepasados comunes, esta es monógama y permite el divorcio siempre que se diera a uno de estos tres casos: adulterio femenino, que la esposa fuera alcahueta o se dedicara a violar tumbas.

El poder del emperador


En la antigua Roma no existía el título de «Emperador Romano », siendo éste más bien una práctica abreviatura para una complicada reunión de cargos y poderes. A pesar de la popularidad actual del título, el primero en ostentarlo realmente fue Miguel I Rangabé a principios del siglo IX, haciéndose llamar Basileus Rhomaiôn, ‘Emperador de los romanos’. Hay que tener en cuenta que en aquella época el significado de Basileus había cambiado de ‘soberano’ a ‘emperador’. Tampoco existía ningún título o rango análogo al título de emperador, sino que todos los títulos asociados tradicionalmente al emperador tenían su origen en la época republicana.
La discusión sobre los emperadores romanos se halla influenciada en gran medida por el punto de vista editorial de los historiadores. Los mismos romanos no compartían el moderno concepto monárquico de ‘imperio’ y ‘emperador’. A lo largo de la historia, el Imperio Romano conservó todas las instituciones políticas y las tradiciones de la República Romana, incluyendo el Senado y las asambleas.
En general, no se puede describir a los emperadores como gobernantes de iure. Oficialmente, el cargo de emperador era considerado como de ‘primero entre iguales’ (primus inter pares), y muchos de ellos no llegaron a ser gobernantes de facto, sino que frecuentemente fueron simples testaferros de poderosos burócratas, funcionarios, mujeres y generales.

La hispania Romana

Se conoce como Hispania Romana a los territorios de la Península Ibérica durante el período histórico de dominación romana.
Este periodo se encuentra comprendido entre 218 a. C.(Fecha del desembarco romano en Ampurias) y los principios del siglo V (cuando entran los visigodos en la Península, sustituyendo a la autoridad de Roma). A lo largo de este extenso periodo de siete siglos, tanto la población como la organización política del territorio hispánico sufrieron profundos e irreversibles cambios, y quedaría marcado para siempre con la inconfundible impronta de la cultura y las costumbres romanas.
De hecho, tras el periodo de conquistas, Hispania se convirtió en una parte fundamental del Imperio Romano, proporcionando a éste un enorme caudal de recursos materiales y humanos, y siendo durante siglos una de las partes más estables del mundo romano y cuna de algunos gobernantes del imperio.

Los iberos y celtas


Iberos

Los iberos fueron un conjunto de pueblos asentados en una amplia franja costera que se extendía desde Andalucía hasta Languedoc, en Francia, entre el siglo VI a.C. y el siglo I a.C. Algunos de los más importantes eran los turdetanos, los oretanos, los bastetanos, los edetanos y los layetanos.
Los iberos vivían en poblados generalmente amurallados que construían en zonas elevadas para su defensa. Las viviendas eran pequeñas, rectangulares y normalmente solo disponían de una única habitación. Algunos poblados iberos eran Ullastret, en Girona; Osuna, en Sevilla; Calaceite, en Teruel; o El Cigarralejo, en Murcia.
La economía ibera se basaba principalmente en la agricultura de los cereales, la vid y el olivo, y en la ganadería ovina y bovina. La minería adquirió importancia porque el territorio que habitaban era rico en oro y plata.
Los iberos practicaban, además, una artesanía de calidad. Eran expertos fabricantes de espadas, realizaban cerámica a torno y elaboraban tejidos de lana y lino. Desarrollaron también una intensa actividad comercial con las colonias fenicias y griegas, y utilizaban moneda propia.
La sociedad ibera se organizaba en tribus, muchas de ellas gobernadas por un régulo o rey. La cúspide social estaba constituida por los nobles, que eran los propietarios de las mejores tierras. Por debajo de estos estaban los guerreros, que disfrutaban de una gran consideración social. El resto de la sociedad eran artesanos, campesinos y comerciantes. También había un gran número de esclavos.
En cuanto a sus creencias, los iberos incineraban a sus muertos. Para ello, introducían las cenizas en urnas y las enterraban en cámaras subterráneas junto al ajuar del difunto. Las dos urnas funerarias mejor conservadas son la Dama de Elche y la Dama de Baza.
Las manifestaciones artísticas iberas recogen diversas influencias de los griegos y los fenicios. Son característicos los exvotos, que son pequeñas figuras de unos 20 cm de altura que se ofrecían a los dioses para solicitar y agradecer favores.
Las principales divinidades iberas eran femeninas. Los iberos solían acudir a los santuarios dedicados a la divinidad protectora para pedir y agradecer favores. Generalmente, en estas ocasiones, los iberos portaban diversas ofrendas.

Celtas
Se conoce con el nombre de celtas al conjunto de pueblos asentados en las tierras de la Meseta y en la costa atlántica peninsular entre los siglos V y III a.C. Algunos de los más importantes eran los lusitanos, los arévacos, los vacceos, los vetones y los carpetanos.
Los celtas vivían en poblados llamados castros. Se construían en zonas elevadas y se amurallaban para una mejor defensa. Las casas eran circulares y se distribuían de manera desordenada por el interior del castro. Se levantaban con piedra y adobe y se cubrían con ramas y paja.
La unidad básica de la sociedad celta era la tribu. Cada tribu estaba constituida por varios clanes y cada clan por varias familias. Existía una minoría que concentraba todas las riquezas y dominaba al resto de la sociedad.
La economía celta era rudimentaria y autosuficiente, es decir, los pueblos celtas procuraban abastecerse con lo que producían ellos mismos. Por esta razón, las actividades comerciales eran muy escasas.
El pastoreo era la actividad económica fundamental, pero los celtas también practicaban la agricultura de cereales y la caza. Los celtas eran, además, especialistas en metalurgia, sobre todo en la producción de objetos de hierro y bronce.
Los pueblos celtas no conocían la escritura y sus manifestaciones artísticas eran escasas. Adoraban a los astros, a algunos animales y a determinados elementos de la naturaleza, como montes o árboles, que consideraban sagrados. Sus sacerdotes se llamaban druidas y tenían gran prestigio social. Actuaban como doctores y adivinos. Al igual que los iberos, los celtas incineraban a sus muertos.

Prosperidad agrícola y comercial

Las explotaciones agrícolas

La actividad agrícola se desarrolló y progesó en todas las tierras del Imperio. Los romanos introdujeron el arado, los molinos de grano, las prensas de aceite y vino, y nuevos sistemas de regadío; también enseñaron a cultivar numerosos productos (frutales,hortalizas,cereales,olivos,vid,etc).

En todas las provincias surgieron colonias agrícolas, con campesinos que explotaban las tierras para su propia subsistencia. También fueron extendiéndose los latifundios, enormes extensiones de tierra que eran explotadas por patricios, comerciantes o militares. En ellas trabajaban mayoritariamente esclavos.

La explotación agrícola se realizaba alrededor de una casa de campo (villa). Además de la casa señorial donde vivía el propietario, había cuadras, graneros, talleres (forja,carpintería...), espacios destinados a las tareas agrícolas, etc.

Las relaciones comerciales

En los primeros siglos del Imperio, el comercio entre las provincias se vio favorecido por la paz interna, la seguridad en las comunicaciones y en el aumento de la producción agrícola y manufacturera.

Hispania exportaba vino; el Norte de África, aceite y Egipto, trigo. De Germania y del Báltico llegaban ámbar, pieles y esclavos. De África importaban marfil, oro, animales para el circo, incienso y esclavos y de la India y China productos de lujo como piedras,sedas y perfumes.

Los romanos contaban con magníficas calzadas que unían Roma con todas las provincias del Imperio. Ahora bien, el comercio internacional se efectuaba esencialmente por vía marítima. Ostia (junto a Roma) , Antioquía y Alejandría eran los puertos más importantes.

La existencia de una moneda sólida y utilizable en todas las tierras del Imperio ayudó al desarrollo comercial. En la época republicana, la moneda más habitual era el as de bronce, y en el Imperio se extendió el áureo de oro y el denario de plata.
Los emperadores, para demostrar su poder, grababan su efigie en las monedas.

Octavio Augusto

El fundador del gran imperio

Fue un gobernante eficaz, el verdadero fundador del imperio romano. Durante su mandato, el ámbito mediterráneo vivió una etapa de tranquilidad y prosperidad, denominada Pax romana (auténtica edad dorada de esta civilización).

Nació el 23 de septiembre del año 63 a. C. Pertenecía a una familia rica, su padre era pretor y su madre Atia, sobrina de César. Fue ella quien impulsó los comienzos de la carrera política de su hijo. Julio César lo adoptó en el 45 a. C. y lo designó su heredero, cuando Octavio apenas tenía dieciocho años. Como consecuencia de esto, éste adoptó el nombre de Cayo Julio César Octaviano. Después de la muerte de su padrino (44), obtuvo su nombramiento como senador y cónsul (43. a.C.) Además consiguió expulsar a Marco Antonio de Italia.

Desde el año 43 a. C., se hizo otorgar poderes extraordinarios. Como se encontraba enfrentado a los republicanos Bruto y Casio, fuertes en Oriente, Octavio decidió aliarse con sus antiguos enemigos Marco Antonio y Lépido, y formar con ellos un triunvirato. Comenzó entonces la persecución de los republicanos (en la cual murió Cicerón), que culminó en la batalla de Filippi en Macedonia (42).

A partir de entonces, Lépido fue alejado del poder y relegado a áfrica, mientras Antonio asentó su autoridad en Oriente y Octaviano en Occidente. Allí tuvo que hacer frente a Sexto Pompeyo, mientras que su rivalidad con Antonio crecía cada día más. La pelea entre ambos condujo a la Guerra de Perugia (41), en la que el jefe militar de Octavio Augusto, Agripa, derrotó a los antonianos.

La presión del ejército obligó a ambos a firmar un nuevo pacto en Brindisi (40), con lo cual se hizo un nuevo reparto de zonas de influencia entre los gobernantes: Octavio dominaba en Occidente, Marco Antonio en Oriente -alcanzaba sólo hasta el río Drin (en Albania)- y Lépido en áfrica, siendo Italia consideraba neutralizada bajo el dominio conjunto de estos dirigentes. El matrimonio entre la hermana de Octavio y Antonio marcó la paz, que se mantuvo durante cuatro años.

En el año 36, Octavio se enfrentó a Sexto Pompeyo (quien en el año 39, recibió Sicilia, Cerdeña, Córcega y Acaya, con el compromiso de mantener a Roma abastecida de grano). Fue Augusto quien le ganó en la batalla de Nauloque (Sicilia). Así su gobierno se hizo popular en Occidente, debido a haber impulsado la agricultura e integrado las provincias con Roma.

Mientras tanto, Marco Antonio se encontraba influenciado por Cleopatra VII de Egipto, a quien Octavio declaró la guerra en el 32 (Guerra Ptolemaica). Tras la victoria naval de Actium (31), entró en Alejandría, donde Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron (30). Con la anexión de Egipto, Octavio dio a Roma el control sobre todo el Mediterráneo.

Aprovechando su prestigio, transformó el régimen político de la República romana en una especie de monarquía que recibió los nombres de Principado o Imperio; el nuevo régimen consistía en un equilibrio de poder entre el Senado y el pueblo romano.

La Roma Republicana

En el año 509 a.C, una revuelta acabó con el último monarca etrusco, Tarquinio el Soberbio , y Roma se convirtió en una República.

  1. Patricios y plebeyos
Ya desde los tiempos de la monarquía, los ciudadanos romanos se dividían en dos grandes grupos sociales, que gozaban de derechos muy diferentes:
  • Los patricios: lo formaban una minoría de familias aristocráticas que se consideraban descendientes de los fundadores de Roma; se agrupaban en grandes familias con antepasados comunes (gens). Eran propietarios de tierras y ganado, y gobernaban la ciudad.
  • Los plebeyos: lo constituían todos los que llegaron a la ciudad posteriormente a su fundación. Era el grupo más numeroso, formado por los campesinos, los artesanos y los comerciantes. No tenían propiedades territoriales y carecían de derechos políticos.

2. La lucha por la igualdad

En los primeros tiempos de la República, los patricios formaron un gobierno aristocrático: sólo ellos elaboraban y conocían las leyes, ajercían la justicia y monopolizaban los cargos públicos. Todo esto estaba prohibido a los plebeyos que, sin embargo, debían pagar impuestos y formar parte del ejercito.

Durante doscientos años, los plebeyos lucharon por obtener los mismos derechos que los patricios. A principios del siglo V a.C., consigueron el derecho a elegir un representante , el Tributo de la plebe, que defendía sus intereses.

Más adelante, consiguieron una compilación escrita y pública de las leyes de Roma: la Ley de las Doce Tablas. Finalmente, obtuvieron el derecho al matrimonio con patricios y el acceso a los cargos públicos.


3. Asambleas y magistrados de la República

El gobierno de la República se fundamentaba en tres instituciones:

  • Los comicios: reunión en asamblea de los ciudadanos romanos para votar las leyes y elegir a los magistrados.
  • Los magistrados: se elegían anualmente y gobernaban la ciudad. Los más importantes eran los cónsules, que presidían las asambleas y dirigían el ejercito.
  • El Senado: formado por 300 antiguos magistrados, casi todos patricios. Era el centro de la vida política, ratificaban las leyes aprobadas en los comicios y resolvía los asuntos de política exterior y finanzas.
Para asistir a las asambleas o ser elegido magistrados o senador era necesario tener fortuna propia y ser conocido y respetado. Así, la República romana era más una oligarquía que una verdadera democracia.

La crisis del Imperio romano

El reinado del emperador Cómodo, el hijo de Marco Aurelio, cierra el periodo del despotismo ilustrado y comienza una nueva era de matanzas y miseria, cuya característica es el poder que posee el ejército para decidir a su antojo el destino del Estado. El ejército que antes había sido el servidor del Imperio, se convierte en amo y actúa por medio de gobernantes a los que entroniza o derroca a su capricho y sin justificación alguna.

Cómodo reinó del 180 al 192 d. C. Es un segundo Nerón o Domiciano; nos recuerda a los peores gobernantes de las dinastías Julia y Claudia. Absorto en su propia persona, pasó toda su vida en continuo libertinaje, entregado a su morbosa pasión por el arte de los gladiadores. Descuidó los asuntos militares y administrativos; fundó todo su poder en la guardia pretoriana y apenas tuvo contacto con los ejércitos provinciales. Se dio la consecuencia natural: como había ocurrido en tiempos de Domiciano, surgió una fuerte oposición que tomo idéntica línea de acción. Fue resultado inmediato de la paz que Cómodo concluyó con los germanos, considerada por las clases superiores del Imperio como una traición y vergüenza. El emperador respondió con medidas violentas: algunos senadores fueron ajusticiados y se les confiscaron los bienes. Esa violencia condujo a una intriga palaciega que costó la vida al Emperador.

Como en el año 69, el "año de los cuatro emperadores", el éxito de la conspiración llevó a la guerra civil. Los ejércitos provinciales aprovecharon la muerte a Cómodo para elevar al trono a sus favoritos. El senado eligió a M. Helvio Pértinax para ocupar el trono vacante, en la esperanza de que restauraría la tradición de los Antoninos. Pero Pértinax pronto fue asesinado por los pretorianos ensoberbecidos por los favores de Cómodo.

De inmediato, vendieron la sucesión a un rico senador, Didio Juliano.

Los ejércitos provinciales se negaron a aceptar imposiciones de los pretorianos y Lucio Septimio Severo, comandante de los ejércitos de Pannonia, en el Danubio, encontró fácil marchar sobre Roma con sus ilirios y tracios, con el pretexto de vengar a Pértinax; se había adelantado así a dos posibles rivales, Clodio Albino y Pescennio Niger, que mandaban ejércitos poderosos en Britania y Siria. Severo venció con facilidad a los pretorianos y tomó a Roma casi sin lucha, degradó a todos los pretorianos y escogió a los mejores hombres de su propio ejército para ocupar sus puestos; la mayoría de estos eran labradores tracios o ilirios.

Tuvo mas dificultad en terminar con sus poderosos rivales del norte y del este, pero demostró ser el más fuerte: engaño a Albino prometiéndole hacerlo su heredero y aprovecho los errores los errores de Pescennio en la conducción de su ejército. Después saldo sus cuentas con todos los que no estaban de su parte en Roma o en Italia y las provincias, condenándolos a muerte y confiscando todos sus bienes.

De este modo, llegó a ser el gobernante indiscutido del Imperio.

Septimio Severo no abrigaba la intención de restablecer las tradiciones de la época de Augusto. Oficialmente se dijo hijo de Marco Aurelio y hermano de Cómodo, un Antonino y sucesor de una línea de Antoninos, pero su real era en completo diferente de la aquéllos. Sus opiniones políticas se concretan en las últimas palabras que dirigió, en su lecho de muerte, a sus hijos y sucesores, Caracalla y Geta: "tened una sola idea: enriqueced a los soldados; no os preocupéis de los demás". Su poder se fundaba por entero en la fidelidad de los soldados y, por ese motivo se dedicó toda su ateción y su persona al ejército. Desconfiaba en la aristocracia romana y mantuvo a distancia mediante su guardia semibárbara y la "legión parta" que reclutó y apostó en Albano, cerca de Roma. No intentó ninguna alteración en el sistema de gobierno: probablemente lo consideró innecesario. Pero, con sus actos, trazó las líneas de la evolución futura, que despojaría a la clase senatorial de los comandos del ejército y de los gobiernos provinciales para sustituirla por oficiales del ejército. Sin embargo, en general, fue un concienzudo gobernante del Estado. En sus relaciones con las provincias, después de derrotar a sus dos rivales, fue fiel a las tradiciones establecidas por los Antoninos.

Los efectos de su política fueron visibles durante su reinado y todavía mas después de su muerte. Incluso en sus manos, el ejército no era, en modo alguno instrumento obediente. Los soldados iban perdiendo cada vez mas el gusto por la guerra y tenían poco interés en su profesión, de modo que, a pesar de su propia capacidad militar, Severo fue incapaz de infligir derrotas decisivas a los partos o de completar el sometimiento de Britania, en donde él murió en el 211, en medio de una prolongada contienda contra los montañeses de Escocia. Su heredero Caracalla se deshizo de inmediato de su hermano, copartícipe del trono, pero también él perdió la vida en cuanto intentó utilizar al ejército para luchar de nuevo con los partos en la frontera del sureste. El año de su muerte fue el 216. Entonces, el ejército proclamó a Macrino, comandante de la guardia, como sucesor pero también lo traicionó al descubrir que no solo intentaba acabar con la operaciones militares, sino rebajarles la paga.

Las damas del palacio eran siria, parientas de Julia Domna, esposa de Septimio Severo, y miembros de la familia de los reyes-sacerdotes de Emesa. Esas mujeres, ambiciosas y astutas, aprovecharon el descontento que reinaba entre los soldados. Julia Mesa, hermana de Julia Domna, con sus hijas Soemias y Mamea, ganó el favor de una parte del ejército sirio y con ayuda derrotó a Macrino. Entonces elevaron al trono al hijo de Soemias, cuyo nombre antes de asumir el trono era Vario Avito Basiano. Pero era el sumo sacerdote del dios del sol adorado en Emesa bajo nombre de Elagábal, y por su cargo, llevaza el mismo nombre de su dios.

La Conquista de Hispania

Se conoce como Conquista de Hispania al periodo histórico comprendido entre el desembarco romano en ampurias (218a.c.) y la conclusión de la conquista romana de la península íberica por César Augusto (17a.c.

Ya antes de la primera gerra púnica, entre los siglos VIII y VII adC, los fenicios (y posteriormente los cartagineses) habían hecho acto de presencia en la parte sur de la peninsula ibérica y en la zona de levante, al sur del Ebro. Se asentaron a lo largo de estas franjas costeras en un gran número de instalaciones comerciales que distribuían por el mediterráneo los minerales y otros recursos de la Iberia prerromana. Estas instalaciones, consistentes en poco más que almacenes y embarcaderos permitían no sólo la exportación, sino también la introducción en la Península de productos elaborados en el Mediterráneo oriental, lo que tuvo el efecto secundario de la adopción por parte de las culturas autóctonas peninsulares de ciertos rasgos orientales.

También sobre el sigloVII a.c., los griegos establecerían sus primeras colonias en la costa norte del Mediterráneo peninsular procedentes de Massalia (Marsella), fundando ciudades como Emporion (Ampurias) o Rhode (Rosas), aunque al mismo tiempo fueron diseminando por todo el litoral centros de comercio, pero éstos sin carácter poblacional. Parte del peso comercial griego, sin embargo, era llevado a cabo por los fenicios, que comerciaban en la Península con artículos de y con destino a Grecia.

Como potencia comercial en el Mediterráneo occidental, Cartago ampliaba sus intereses hasta la isla de Sicilia y el sur de Italia, lo que pronto resultó muy molesto para el incipiente poder que surgía desde Roma. Finalmente, este conflicto de intereses económicos (ya que no territoriales, puesto que Cartago no se había demostrado como una potencia invasora) desembocaron en las llamadas Gerras púnicas, de las cuales la primera de ellas no terminó sino en un inestable armisticio, habiendo generado una animadversión entre ambas culturas que conduciría a la segunda gerra púnica, la cual terminaría 12 años más tarde con el dominio efectivo de Roma sobre el levante y el sur peninsular. Posteriormente, Cartago sufriría la decisiva derrota en Zama que la borraría de la escena histórica.

A pesar de haberse impuesto sobre la potencia rival del Mediterráneo, Roma aún tardaría dos siglos en dominar por completo la Península Ibérica, ganándose con su política expansionista la enemistad de la práctica totalidad de los pueblos del interior. Se considera que los abusos a los que estos pueblos fueron sometidos desde el principio fueron en gran parte culpables del fuerte sentimiento antirromano de estas naciones. Tras años de cruentas guerras, los pueblos autóctonos de Hispania fueron finalmente aplastados por el rodillo militar y cultural romano, desapareciendo en este proceso de choque cultural, aunque no sin antes dejar el indeleble ejemplo de la resistencia feroz ante un enemigo infinitamente superior.

), así como a los hechos históricos que conforman dicho periodo.

martes, 9 de junio de 2009

Los dioses romanos



Mitología romana

La mitología romana, es decir las creencias mitológicas de los habitantes de la Antigua Roma, puede considerarse formada por partes. La primera, principalmente tardía y literaria, consiste en préstamos completamente nuevos procedentes de la mitología griega
. La otra, mayoritariamente antigua y cúltica, funcionaba en formas muy diferentes a las de equivalente griega.

Naturaleza de los antiguos mitos romanos

Los romanos no tenían relatos secuenciales sobre sus dioses comparables a la Titanomaquia o la seducción de Zeus por Hera, hasta que sus poetas comenzaron a adoptar los modelos griegos en el último lapso de tiempo de la república romana. Sin embargo, lo que si tenian, era:
Un sistema muy desarrollado de rituales, escuelas sacerdotales y panteones de dioses relacionados;
Un rico conjunto de mitos históricos sobre la fundación y auge de su ciudad por parte de actores humanos con ocasionales intervenciones divinas.

Mitología antigua sobre los dioses

El modelo romano incluía una forma muy diferente a la de los griegos de definir y concebir a los dioses. Por ejemplo, en la mitología griega Deméter era caracterizada por una historia muy conocida sobre su dolor por el rapto de su hija Perséfone a manos de Hades. Los antiguos romanos, por el contrario, concebían a su equivalente Ceres como una deidad con un sacerdote oficial llamado Flamen, subalterno de los flamines de Júpiter, Marte y Quirino, pero superior a los de Flora y Pomona. También se le consideraba agrupado en una tríada con otros dos dioses agrícolas, Liber y Libera, y se sabía la relación de dioses menores con funciones especializadas que le asistían: Sarritor (escardado), Messor (cosecha), Convector (transporte), Conditor (almacenaje), Insitor (siembra) y varias docenas más.
Así pues, la «mitología» romana arcaica, al menos en los referente a los dioses, no estaba formada por relatos sino más bien el entrelazamiento y las complejas interrelaciones entre dioses y humanos.
La religión original de los primeros romanos fue modificada por la adición de numerosas y contradictorias creencias en épocas posteriores, y por la asimilación de grandes porciones de la mitología griega. Lo poco que se sabe sobre la religión romana primitiva no es gracias a relatos de la época sino a escritores posteriores que buscaron preservar las viejas tradiciones del olvido en el que estaban cayendo, como el estudioso del siglo I a. C. Marco Terencio Varrón. Otros escritores clásicos, como el poeta Ovidio en sus Fastos (calendario), fueron fuertemente influidos por los modelos helenísticos, y en sus obras se recurre con frecuencia a las creencias griegas para rellenar los huecos de las tradiciones romanas.

Los orígenes de Roma

El origen histórico

En el II milenio a.C, la Península Itálica estaba agrupada por diferentes pueblos:

-En el centro, los latinos, un pueblo de agricultores y pastores.
-En el Norte, los etruscos.
-En el sur, los griegos, que habian fundado colonias.

En el siglo VIII a.C., algunas tribus de latinos se agruparon a orillas del río Tíber,en la colina del monte Palatino, cerca de una isla y un vado que permitía el paso del río.
Más adelante, para protegerse de las frecuentes inundaciones y de sus enemigos, los latinos se asentaron sobre siete colinas próximas entre sí.
Allí levantaron los primeros poblados, que dieron lugar a una ciudad que se llamaría Roma. Al principio, los romanos vivían sólo de la agricultura y la ganadería.Pero como la ciudad era un lugar de paso para los que cruzaban la Península Itálica, Roma se convirtió muy pronto en un importante enclave comercia, donde se realizaban gran parte de los intercambios entre los distintos pueblos.

La monarquía

En los primeros tiempos, Roma fue gobernada por una monarquía.El rey tenía los máximos poderes. Roma tuvo siete reyes. Bajo la influencia etrusca, la ciudad de Roma se engrandenció: se edificaron puentes, acueductos y templos. Se construyó el alcantarillado, la Cloaca Máxima, y el rey Servio Tulio hizo construir una muralla alrededor de las siete colinas.
Durante toda esta etapa, la base de la economía romana continuó siendo la agricultura y la ganadería, aunque se establecieron en la ciudad numerosos artesanos y comerciantes, y se intesificaron las actividades comerciales.

La antigua religión de los romanos

La población de Roma era primitiva era muy religiosa. Los romanos divinizaron los fenómenos y fuerzas de la naturaleza , ya que les tenían miedo y querían apaciguarlos. Los lugares de culto más antiguos eran los bosques sagrados. También era muy importante en la cultura romana el culto privado a las divinidades domésticas, que se realizaban en pequeños altares dentro de las casas.

El Cristianismo

El cristianismo de Roma

Nació en Palestina en el siglo X a.C., Palestina, una región de Oriente Próximo, estaba habitada mayoritariamente por hebreos. Éstos habían formado un reino llamado Israel. Pero fueron invadidos y sometidos, primero por asirios y egipcios, y , después, por griegos y romanos.

Los hebreos profesaban la religión judía, que era monoteísta:afirmaba la creencia de un solo Dios, Yahvé , y esperaba la llegada de un Mesías , que restablecería el antiguo reino de Israel.

Fue en Palestina,en el siglo I a.C., bajo la dominación romana, donde nació el cristianismo, una nueva religión monoteísta fundamentada en las enseñanzas de Jesús de Nazaret.